"Es inevitable que en algún momento haya que conceder a estos agentes diseñados y fabricados algún tipo de autonomía para que funcionen con la máxima eficiencia, pues los meros humanos no podremos competir con ellos intelectualmente. En la ciencia ficción, este paso suele presentarse como una «toma de control» de los humanos por las máquinas, con la amenaza implícita de que las máquinas pueden volverse contra nosotros e incluso aniquilarnos. Pero eso es caer en la trampa de antromorfizar la inteligencia de las máquinas. No hay ninguna razón particular por la que las metas de humanos y computadoras no hayan de estar armonizadas. Liberados de los primitivos impulsos darwinianos como los de luchar o huir, la ira o la necesidad de procrear, es improbable que las computadoras autónomas vean a los humanos como una amenaza o una competencia (a no ser, claro está, que intentemos apagarlas)."
Un Silencio Inquietante (2011)
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