sábado, 2 de marzo de 2013

Oh, Señor, es tu Mar tan Grande, y mi Nave tan Pequeña


"Allí estaba, suspendida por encima de él. Una galaxia, la Galaxia, de la que ya no lo separaba la seguridad del acero transparente, ni era ya tampoco cercana, sino más distante que la Pequeña Magallanes; una isla de brillantes playas que flotaba grandiosa y silente en los desiertos sin aire, desplegando toda su majestad estrellada a un tiempo. Jim se limitó a permanecer suspendido allí, para dejar que sus ojos vieran. El Sol estaba perdido en la estela de estrellas del brazo izquierdo, una chispa por completo insignificante de 24 grados de magnitud, que ni siquiera el gran reflector de diez metros de Artemis/Luna podría haber distinguido desde esta distancia. La totalidad de la Federación, desde los mundos de Orión a la constelación de la Vela, era una chispa que podría taparse con un dedo. Los imperios klingon y romulano eran por completo invisibles...

La reverencia volvió a inundarlo, y un júbilo mudo; pero también una inquietud cada vez más poderosa, tan fuerte que dentro del traje Jim se estremeció momentáneamente. El mundo que había tenido a su alrededor durante toda la vida, estaba de pronto fuera de él... él estaba fuera de ese mundo, muy lejos, en las más frías profundidades, donde ninguna estrella brillaba. Jim fijó unos ojos intranquilos en aquel pequeño hogar de vida con forma de espiral, con todas sus luces ardiendo en la negrura. Finalmente comprendió, como no había comprendido ni siquiera después del primer salto, lo que se había hecho a sí mismo y lo que les había hecho a las personas que estaban bajo su mando. Esta vez había ido demasiado lejos. Él y cuatrocientas treinta y ocho almas estaban de verdad donde ningún hombre había llegado antes, tan solos como no lo había estado nadie en toda la historia. Eso lo deleitaba. Lo aterrorizaba. Su voz sonó muy alta dentro del casco cuando, voluntariamente, susurró aquella antigua frase que había leído por primera vez en Angles: «Oh, Señor, es tu mar tan grande, y mi nave tan pequeña...»."

El Cielo Herido (1983)

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