"El Cantor se metió en la carbonera, siguiendo la línea de postes del alumbrado, hasta que lo perdimos de vista. Nosotros nos sentamos en el piso, en el último bloque de asfalto. Temblábamos de frío y por eso estábamos los tres bien cerca, uno pegado al otro. Alrededor, el silencio eran tan fuerte que me zumbaba en los oídos. Parecía que estaba sentado en la entrada de un enorme caracol. El zumbido me venía en ráfagas, y eso que no había viento, no había nada que se moviera, a menos que fuera justamente la nada la que soplara sobre ese campito, provocando oleaje con el vacío y dando la idea de otra cosa, quizás por tenerla grabada en la memoria, como les pasa a los caracoles, que suenan algo que ya no tienen pero que nunca olvidan, un mar, un mar que se les queda encerrado."
El Campito (2009)
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