"Conviene dedicar a Saqqara el mayor tiempo posible, incluso en un viaje corto. No hay relieves, no hay ninguna de esas encantadoras imágenes que se descubrirán en otros lugares, no hay adorno que seduzca la mirada: sólo piedra, la pirámide y sus anexos, la arena del desierto. Pero es también el Egipto en su verdad primigenia, en su grandeza original, que se percibe en Saqqara mejor que en cualquier otra parte. Este paraje es la clave de todo el arte egipcio. Empapándose de él, se percibe que el sentido de lo colosal no era un desafío técnico ni una voluntad de competición, sino una necesidad interior, una visión arquitectónica que fue posible por la estructura de un Estado servidor de lo divino."
Guía del Antiguo Egipto (1986)
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