sábado, 10 de febrero de 2018

La Modernidad y la Negación de la Antifragilidad


"Estamos entrando en una fase de la modernidad marcada por los lobbistas, las sociedades de responsabilidad muy, muy limitada, los Máster en Administración de Empresas, los problemas de los tontos, la secularización (o más bien la sustitución de los altares por otros valores sagrados como las banderas), Hacienda, el miedo a los jefes, los fines de semana en lugares interesantes, la semana laboral en lugares que parecen no serlo tanto, la separación entre «trabajo» y «ocio» (que a alguien de una época más sabia le parecerían lo mismo), los planes de jubilación, los intelectuales que se dedican a la polémica y que discreparían de mi definición de la modernidad, el pensamiento literal, la inferencia inductiva, la filosofía de la ciencia, la invención de las ciencias sociales, las superficies lisas y los arquitectos egocéntricos. La violencia se transfiere del individuo al Estado. También la indisciplina financiera. Y en el centro de todo esto se encuentra la negación de la antifragilidad.

Se da una dependencia de las narraciones, una intelectualización de los actos y las empresas. Las empresas públicas y los funcionarios —incluyendo a los empleados de las grandes empresas— solo pueden hacer cosas que parezcan encajar en alguna narración; el resto de empresas tiene que limitarse a buscar beneficios con o sin un relato que suene bien. Recordemos que necesitamos un nombre para el color azul para crear una narración, pero no para actuar. El pensador que no tiene una palabra para «azul» se halla en desventaja; no así el hombre de acción."

Nassim Nicholas Taleb
Antifrágil (2013)

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